Aplausos matacandelas
La chica que quiso ser Dios y lo logró
REVISTA CRONOPIO: BOGOTÁ. AGOSTO 2001
En un estreno de breve temporada en La Casa del Teatro Nacional, el colectivo Matacandelas impuso un alto ritmo dramatúrgico, que mantuvo atento y contento a un público que finalmente aplaudió a los artistas que a su manera lúdica interpretaron la vida de la escritora Silvia Plath. Presentarán cuatro obras en un mes.
Por Ignacio Ramírez
CRONOPIOS AGENCIA DE PRENSA
Si el destino ineludible de Dios es el suicidio, como tendría que ser ante la realidad de este mundo tan mal hecho a su imagen y semejanza, es cierto que la escritora norteamericana Silvia Plath quiso ser el demiurgo...¡y lo logró!, porque aturdida ante el babélico universo que habitó durante sus 31 años de delirante itinerario, cerró las ventanas, clausuró las puertas, abrió las llaves del gas y al primer día descansó.
Cualquiera diría que la hija de Otto y Aurelia, esposa de Ted Hugues y madre de Frieda y Nicolás, lo tenía todo: belleza, talento, dinero, éxito y el don de la poesía aunado al vuelo de la imaginación, que la llevaron a hacer de su vida un gran concierto que habría de concluir en desconcierto de su sistema respiratorio, que desde entonces se convirtió en sistema solar, común a todos los poetas suicidas que podemos ver titilar cuando levantamos los ojos al cielo y los identificamos en las noches estrelladas.
El concierto comienza en la Casa del Teatro Nacional de Bogotá cuando comenzamos a subir a las butacas y a participar en una historia que siempre nos retrata y que aún sin dejarnos perder el hilo de la escena, no nos impide desplegar las alas y volar con aquella mujer que siendo excepcional es a la vez idéntica a todas las mujeres cuando cantan, cuando sueñan, cuando lujurian, cuando lloran, cuando se van a la cocina a meter la cabeza entre el horno de la muerte.
De principio a fin, la puesta en escena de La chica que quería ser Dios, es un acierto de identidad con el público, que a pesar de mostrar su notorio desconocimiento del personaje representado, a juzgar por las risitas absurdas donde no deben ir, o los suspiros donde tampoco, termina protagonizando el drama lúdico que gracias a la buena utilización de los recursos dramatúrgicos, logra el Colectivo Teatral Matacandelas, en un alarde de equilibrio en la utilización de la música, la luminotecnia, la actuación, los trucos, los efectos y la seducción de un público heterogéneo, de aquellos que usualmente quisieran que la obra terminase antes de lo debido, o piensan que mejor hubiera sido quedarse en casa.
Aquí no sucede tal cosa. Toda la escena cautiva su atención durante las dos horas de creciente intensidad. Si bien la música de jazz y blues predispone los ánimos para amortiguar el relato de la tragedia de una vida, las actuaciones, los diálogos, la libertad en la versión del libreto y la atmósfera lograda, mantienen visiblemente el interés de los espectadores coprotagonistas.
Es el cuento y el recuento de esta divertida pero pesadísima carga que es la vida, del laberinto en que se convierten las situaciones humanas, del inri pero a la vez la luz que signa a los poetas desde que nacen hasta que deciden morir. Un periplo de espinas que son los pensamientos, las palabras.
Tres directores -¡cosa singular!- para una obra que a pesar de ir de la mano siniestra de la muerte, resulta un buen trasunto de la vida. Cristóbal Peláez, Diego Sánchez y Javier jurado, se salieron con la suya, también jugando a la creación: tres personas distintas y una sola diosa verdadera. Como quien dice, cuatro. O muchos más, porque allí están los músicos y cantantes que también son los actores Ángela María Sánchez, Mónica Marín, Faber Londoño, Carolina Mejía, Paulina Arango, Sergio Dávila, Javier Morales, Susana Mora, María Isabel García, Mateo Navia y John Fernando Ospina.
Ese es el buen teatro, el que divierte, emociona, hace aplaudir y queda en el recuerdo "a matacandelas" que según el diccionario Espasa-Calpe quiere decir "misteriosamente y con secreto".
Lástima que sólo permanezcan una semana. Inmediatamente después, por igualmente brevísimas temporadas, veremos Juegos nocturnos 1, Angelitos empantanados y O Marineiro. Aplausos para avivar el fuego.