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- Festival Internacional de Manizales, Colombia, 2002
- Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, Colombia, 2004
- Mayo Teatral Cuba 2004
- X Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, República Dominicana 2007
- Premio Villanueva de la crítica, la habana, Cuba 2004
La chica que quería ser dios
Por: YURIS NÓRIDO
Sylvia Plath: zapato negro/una hagiografía teatral
por: Norge Espinosa Mendoza
Ella quiso ser dios
por: Jorge Olazo
La chica que quiso ser Dios y lo logró
por: Ignacio Ramírez
De la chica que quería ser Dios y otras conmociones mentales Por: María G Pacheco Rojas
El parque Lleras y Sylvia Plath - Por Sandro Romero Rey
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"Al fin te saliste con la tuya"
Ted Hughes
El teatro concebido como memoria, como reactualización, como representación de aquello que la vida tiene de irreversible puede proporcionar al actor el divertimento de vivir vidas y eventos prestados. Esa impostura es su delicia. Pero el teatro, como el arte en general, desdeña la dicha y la fortuna, no son sus tópicos. Sólo parece preocuparse por "la falla", por aquello que no funciona dentro de un orden natural o cultural. Sylvia Plath en ese plano es un desnivel interesante para traer a escena. Por lo que la vida y el teatro tienen de trágicos.
Fue una muchacha atractiva, de educación y cultura de grandes amplitudes, de enorme capacidad intelectual y poética, buena aceptación en los círculos literarios y una insular precocidad para escribir. Se sobró en becas, méritos, premios, fama, pretendientes. Todo ese palmarés no le bastó a su infierno interior, un despeñadero que ella trató de indemnizar pertinazmente a través de la escritura.
Como el mundo fue para ella un problema, entonces resolvió convertirse en un problema para el mundo. Desde la perspectiva estética, nuestra puesta en escena de La chica que quería ser dios no pretende aclarar "hechos y situaciones", tampoco formular una teoría sobre "el caso", mucho menos simplificar la enorme complejidad del personaje. La escena no está obligada a ser un paisaje iluminado para el entendimiento, por el contrario en esta fábrica de signos nos ha preocupado realizar un desplazamiento al territorio de la sensualidad, quiero decir, aquello que desde un principio nos propusimos como tarea fundamental: una obra para leer con el cuerpo, una sensación femenina para los sentidos. Sobre Sylvia Plath se han hecho libros, películas, canciones y pinturas. Hoy es una mujer adorada en todo el mundo. Su cólera y su tenacidad se han extendido con su ola de fatalismo sobre literaturas.
Como en el Teatro Matacandelas detestamos las moralejas, la utilidad, las campañas y los homenajes, podemos decir que esta creación está encaramada en la mera intención de ser un montaje honesto. Quizá no exista nada más placentero que ese momento cuando cae la noche y nos reunimos aquí en esta vieja casa, ustedes y nosotros, a soslayarnos y a extremecernos en el apasionado juego mentiroso del teatro.