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Matacandelas y La casa en el aire

A pocos kilómetros de Abejorral, Antioquia, emerge la roca del Cerro San Vicente. Es una alteza que suscita en nuestro ánimo la noción de lo sagrado.

En su cintura, a un muchachito del barrio Belén Aguas Frías, mientras vagabundeaba por sus laderas, le dio, a la vista de tan prodigiosa montaña, el antojo de levantar a punta de tablas y guayas una casa que simulase una construcción flotante: La Casa en el Aire.

La casa en el aire

Trotamundos, escalador, parapentista, animal de arquitectura (armadillo), Nilton López, es un inclasificable, una criatura rara, que es capaz de liderar a golpes de entusiasmo una excursión a ninguna parte. Vive y camina en permanente ebullición. Es imposible imaginarlo quieto o durmiendo. Los crédulos le dan convoy. La Casa en el Aire ya no es única, con los años le han seguido Curazao, El Refugio, Entre Pinos, Girasoles y ahora, de última, le ha dado al bellaco de Nilton el capricho –por cariño, según él, por admiración y ¿por qué no?, por hacernos la putada– de construir una cabaña con el nombre de Matacandelas.

La casa en el aire

Allí estuvimos, bajo la dirección de la artista Ana María Giraldo, dándole el apellido a la recién nacida. Diversión y trabajo. El sello de un vínculo de correspondencia amorosa.

La casa en el aire